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sábado, 12 de noviembre de 2011

CLARIN LE HIZO UNA ENTREVISTA A KA


Karina se baja de sus tacos rosados con brillantes incrustados, se acomoda el flequillo rubio, saca a relucir una mirada que oscila entre la ternura y la sensualidad, entrecruza los pies y se pone cómoda en el sillón de una vieja casona hotel de San Telmo. Es el día después de haber visitado a Susana en su living y charlaremos de su popularidad, del legado de Gilda, del show de esta noche en el Luna Park, del ambiente de la música tropical con sus ángeles y demonios. Y de su relación con El Polaco. Además de ser su pareja, este cumbiero es el blanco de las municiones de las letras de su último disco. Por infiel, sí. “Mi miedo era qué me iba a pasar cuando la viera a ella. Es la figura femenina más importante del país y me emocionó poder estar ahí”, dice pensando en Susana.
Y el show del Luna, ¿da miedo? Todavía no caigo. Ya me saqué un peso de encima porque las entradas están agotadas y la gente va a estar ahí. Vamos a hacer un show que no se vio en la movida tropical hasta ahora. Acá nadie se preocupa por hacer un show de calidad por ser cumbia. Y yo no lo veo así. Trabajamos en escenografía con gente diferente, del palo del rock, que trabajó con Divididos.
¿Te gusta el rock? De chiquita quería hacer algo, actuar o lo que fuera. No quería hacer cumbia, pero me gustaba cantar música romántica. Y escuchaba a Los Redondos. No tenía nada que ver lo que escuchaba con lo que hoy estoy haciendo. Por otro lado, en este ambiente el público que predomina es la mujer y es un ambiente muy machista. Para las chicas es más difícil, tenés que superar la barrera de los dos o tres años. Hoy hace siete que vengo trabajando y me aceptaron las chicas. Al hombre no le exigen tanto.
Hay muchos estereotipos, ¿cómo ves vos al ambiente de la cumbia? Los que lo ven como un negocio para robar un tiempo se cansan. Tenés que amarlo para hacer siete shows por noche. Y hay cosas que dicen que no son ciertas, como que en la bailanta están todos locos y borrachos. No es así. Es un ambiente familiar, toco mucho en clubes, con chicos, gente grande...
En tu último disco, “Con la misma moneda”, se te nota un poco enojada con tu pareja, El Polaco...
Sí, saqué afuera deseos que tenía. Ganas de hacer cosas, sentimientos escondidos. Todos me preguntan si pagué con la misma moneda, y si bien no lo diría, tenía muchas ganas, pero no lo hice. Al Polaco le perdoné mil y él lo sabe. No me siento una boluda por eso.
¿A quién tomás como referente? Tropical, a nadie. A Leo Mattioli es al que más admiro.
¿Y Gilda, no? ¿No te gusta? Sí, me gusta. La mejor fue ella. Tenía una personalidad y un ángel que hizo que la gente nunca la olvide y la considere la N°1 en la movida tropical. Pero un referente me suena a “querer sonar parecido a alguien”, y yo quiero hacer mi propio camino. Y a mi manera. Me propuse ser diferente.

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